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Estaba trabajando en casa cuando algo en la tele me ha hecho alzar la mirada. Justo en el momento del canto a san Fermín. Sí, es domingo siete de julio y hoy se realiza el primer encierro en Pamplona. Costumbre tradicional, rito atávico, fiesta grande que despierta emociones intensísimas tanto a favor como en contra. Publicitada mundialmente por Ernest Hemingway, miles de turistas acuden cada año a vivirla. Algo dentro de mí se siente atraído por el espectáculo que se me ofrece y pienso en describir lo que veo, que no lo que es, consciente de que esto no gustará a todo el mundo.
Estaba trabajando en casa cuando algo en la tele me ha hecho alzar la mirada. Justo en el momento del canto a san Fermín. Sí, es domingo siete de julio y hoy se realiza el primer encierro en Pamplona. Costumbre tradicional, rito atávico, fiesta grande que despierta emociones intensísimas tanto a favor como en contra. Publicitada mundialmente por Ernest Hemingway, miles de turistas acuden cada año a vivirla. Algo dentro de mí se siente atraído por el espectáculo que se me ofrece y pienso en describir lo que veo, que no lo que es, consciente de que esto no gustará a todo el mundo.
Miles
de personas apretujadas en estrechas calles con la intención de correr el
encierro. Nervios, caras contraídas por la tensión, pocas risas, la policía
conteniendo a los más impacientes. De pronto suena el chupinazo y se abre la
puerta de los corrales. La manada de toros y cabestros entra a la calle
corriendo alterados y desorientados por el estallido y los gritos de los
pastores que les empujan. No lo saben,
pero acaba de empezar el último día de sus vidas. Un toro negro mira a
izquierda y derecha mientras corre. Sus sentidos reciben continuos estímulos
por el movimiento de los mozos. “Lanza
derrotes” explica el comentarista. ¿Es por activa o por pasiva la actitud
del toro? ¿Es por instinto agresivo o por estrés? La policía tiene que
desalojar a la multitud de gente que se sitúa en la curva de la calle Estafeta.
Es el ángulo seguro, pero para uno o dos no para cincuenta, ya que ni queda
espacio para que pasen los toros y el que se sitúa en quinta fila no tiene
posibilidad de escape y más que embestido será arrollado por la manada.
Sin
embargo, no es en estas cosas en las que quedo más desconcertado. La manada se
va partiendo y queda un último toro de un bonito color tabaco que a pesar del
ambiente frenético, pasa de la carrera al trote y tranquilamente va acercándose
a la plaza en el más puro estilo san Fermín, con los mozos citándole para guiarle.
De pronto, el toro aminora aún más su trote y se detiene completamente.
Envuelto por la gente mira a quienes le rodean, calmadamente gira y observa los
desesperados esfuerzos por salir de su alcance de algunos que hasta hace unos
segundos le retaban, gira más y contempla a los pastores y el tropel de gente
que venía detrás. La gente se empuja para colgarse de las vallas, otros se
quedan inmóviles ante él, los más se atropellan mutuamente. La causa del paro
es el tapón que han causado las caídas de algunos mozos y que impiden el paso.
Cuando por fin se levantan, el paso queda libre y el toro, sin embestir a nadie,
continúa su camino hacia la plaza donde se gestará su muerte. No necesitaba ni
apuntar, solo con embestir seguro que sus astas encontraban carne, ya que era
una pared humana la que le rodeaba. Decía el locutor que era san Fermín con su
manto que protege a los mozos.
No
puedo dejar de ver la ironía de la situación: ¿Quién se comporta como animal
racional y quien como animal irracional? ¿Quién hace del sufrimiento
entretenimiento? Sí, ya se; las tradiciones, la costumbre. No se trata de
anular la identidad de un pueblo o nación, se trata de conseguir que perduren
las tradiciones buenas, no las malas. Para mí y siempre es una opinión
subjetiva, son buenas las que hacen sentirse bien y no causan mal. Son malas
las que para hacerme sentir bien precisan del mal de otros.
Si
no pensara así, seguiría alentando otras tradiciones como ponerle bolas de
fuego a un toro, lanzar un carnero desde un campanario, la ablación, los
esclavos negros y porque no, los sacrificios humanos. El día que consigamos
asimilar que solo somos una parte de la Tierra y no sus dueños, tal vez y solo
tal vez, podamos ver todo lo que nos envuelve como parte de nosotros, y solo
entonces pensaremos que dañar o matar cualquier cosa viviente es una amputación
o un suicido parcial que cometemos sobre nosotros mismos.
Cada
vez con mayor intensidad siento una enorme tristeza por constatar que como
comunidad, la raza humana, seguimos usando, abusando, arrasando y fagocitando
el resto del planeta sin más escrúpulo que nuestra consideración social: el qué
dirán. No soy perfecto e intento no ser hipócrita. Cometo muchos errores y yo
también abuso del planeta, pero tengo el propósito de intentar mejorar y que mi
pisada ecológica disminuya. ¿Cómo no mimar a la madre que me dio la vida?
Sé que los encierros continuarán y que habrá quien crea que soy un ignorante o
un descastado, pero no por eso dejaré de hacer pública mi opinión. Reclamo amor
y respeto.
P.E. Se puede ver todo este encierro en este enlace de
P.E. Se puede ver todo este encierro en este enlace de
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