viernes, 30 de marzo de 2012

Momentos mágicos

En ocasiones, ocurren cosas que sobrecogen, que maravillan, que obnubilan o nos producen pasmo, o que sin nada de esto perduran en el tiempo y asoman a nuestros recuerdos una y otra vez.

Con el tiempo, y solo con el tiempo, me doy cuenta de que esos momentos fueron irrepetibles. Me reprendo entonces y me siento tonto al comprobar mi incapacidad para poner en valor esos momentos cuando suceden. En esas ocasiones me siento como un autista emocional, incapaz de profundizar en el momento, como quien pretende coger agua o arena con la mano abierta y la ve escaparse entre sus dedos.

No tengo recuerdos de infancia de este tipo y el primero que me aparece es contemplando los ojos de mi primera esposa al contarme que estaba embarazada de nuestra primera hija. Su luz y la ilusión que irradiaba su cara quedó grabada para siempre en mí. Nuestra separación fue tormentosa, dolorosa, difícil y litigada hasta el punto del odio, pero hoy superado ya ese odio, sigue apareciendo ese momento mágico.

Una de las últimas ocasiones fue con la muerte de mi padre. Cada vez que la recuerdo, algún nuevo matiz aparece para enriquecer el conjunto de la experiencia. Seguramente como consecuencia de mi camino, viví el momento con mucha plenitud. Comprendí que era el momento de poner fin a sus 94 años y que había acabado una etapa y, con su mano entre las mías, le deseé un feliz viaje. En el momento de la muerte, en el momento siguiente, se paró el mundo por unos instantes como si un alma se apeara en esa estación. Momentos mágicos.

En alguna contada ocasión, cuando te abrazas a tu amor, te fundes con él. En un feetback impensable sientes la caricia en las yemas de tus dedos y en su cuerpo al mismo tiempo. Como si fueras causa y efecto a la vez. Eres tú y eres el otro y al mismo tiempo dejas de ser tú. En esos espacios de tiempo, la mente racional se desconecta y pasas a otro estado en el que el corazón impone su ley y dirige las acciones. En esa contada ocasión en que a los dos les sucede, ambos se funden en un solo ser de amor infinito que lo llena todo. Momento mágico. No acabas de aprehenderlo en su totalidad cuando sucede ya que la mente no actúa, pero el corazón si atesora sentimientos que luego irán apareciendo una y otra vez.

Repasando hechos, compruebo que siguen una curva ascendente; conforme me acerco en el tiempo, mayor es su cantidad. ¿Es señal de atención en el momento? Todos tienen relación con seres: ¿Solo la conexión entre almas produce impresiones indelebles? Las emociones, los sentimientos no se pueden explicar de forma precisa; hay que experimentarlos. Hecho esto, sobran las palabras. Las más profundas emociones tienen que ver con la vida y con la muerte. Principio y final. Por en medio muchos recuerdos de vivencias se acumulan cuan panteón de dioses menores reclamando también su culto.

El yoga también me ha proporcionado experiencias de esta categoría. Momentos de unión extrema, de interiorización tal que sientes fundirte y derramarte dentro de ti. Experiencias que el corazón dirige y no la mente; uno solo las pone en marcha. Compañeros de viaje en la fe con los que en unos momentos de grupo sientes estas conexiones. Reuniones y meditaciones.

Una lección aprendo: Nada es eterno, todo pasa y se desvanece. Solo tiene valor el presente. El pasado ya pasó y el futuro no es más que una posibilidad. El pasado me permite aprender y estar más despierto para el presente; lo único importante. Los momentos mágicos sirven para saber que todo es posible.