lunes, 27 de julio de 2009

Meditación con los ojos abiertos

El sábado pasado hice una meditación con los ojos abiertos. Estaba en la terraza de la casa en Ciutadilla y acababa de hacer una sesión de asanas. Eran poco más de las ocho y media de la tarde, el sol ya se acercaba a su lecho para pasar la noche y soplaba una brisa de levante (marinada por estas tierras) que movía las hojas de los árboles como si fuesen las olas del mar y hacía la temperatura muy agradable.
No fue una cosa meditada. Después de la relajación me senté en vajrasana y quedé de frente a la montaña y las hojas mecidas por el viento. Quedé prendido de ese movimiento de tal forma que mis ojos miraban fijo al movimiento sin ver el detalle. Toda la belleza de la naturaleza entraba por mis ojos fijos como ventanas abiertas a ese espectáculo. Mi mente procesaba las informaciones que entraban de los cinco sentidos y todas eran agradables. Las percepciones eran muy nítidas y me sentía como el espectador que ve como se desarrolla algo sin tomar parte, pero sintiendo la paz que casi siempre desprende el campo.
Ese estado me llevó a pensar en quien era capaz de generar todo esto que vemos. De donde ha salido esta materia con tan fantástica disposición. ¿Cómo será quien de una ínfima parte de él ha creado todo esto? ¿Por qué lo ha creado?¿Qué espera de mí?¿Cual es mi lugar?
Muchas veces la contemplación de la naturaleza me produce impresiones intensas que me llevan a estados de pensamiento autónomo. Dificil de definir, es como si uno no fuese quien lleva las riendas a pesar de tenerlas en la mano, el caballo anda o se para, gira o retrocede sin que uno mueva las riendas. Así se mueve el pensamiento, y eso me hace suponer que debe ser lo que denominan la conciencia testigo. Los pensamientos pasan sin que uno intervenga en su creación, solo los ve pasar.
Me sentía parte de todo esto ya que todo y todos somos un reflejo, una misma emanación de ese “Algo-Alguien” y esta convicción me hacía ver como un igual con el resto de la creación.
Muchas ideas parecidas que no sabría reproducir con exactitud circularon por mi mente hasta que la molestia de la postura me hizo terminar la meditación, que ya duraba bastante rato por como se quejaban las rodillas, siendo consciente de lo que había pasado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que hermosa gracias por compartir esa experiencia con la comunidad, feliz dia :) checare bn tu blog